lunes, 3 de septiembre de 2012

Colonización de América.Las reducciones Jesuíticas.

1.Colonización de América.

La colonización europea de América comenzó a finales del siglo XV después de que Cristóbal Colón, llegara en 1492 con el apoyo de la Corona de Castilla. A partir de ahí, el Imperio español, el Imperio portugués, y desde comienzos del siglo XVII el Imperio Británico (1607), Francia (1608) y los Países Bajos (1625), conquistaron y colonizaron una gran parte del territorio americano, sometiendo a sus pobladores nativos.
El Imperio español y el Imperio portugués fueron los primeros en realizar la conquista, y se asentaron principalmente en el sur de Norteamérica,Centroamérica y en el área andina de Sudamérica (imperios Azteca e Inca, respectivamente). España fue la potencia que mayor presencia colonial impuso en América. En el Caribe, dominó sobre todo CubaLa EspañolaPuerto Rico,Jamaica, incluyendo a la península de Florida dentro de sus posesiones caribeñas. Desde los asentamientos antillanos, tomó posesión por la fuerza de los grandes estados existentes en América en ese momento: en América del Norte llegó a apropiarse del Imperio azteca, en el actual México, estableciéndose en sus ciudades, además de dominar a tlaxcaltecastarascosmixtecas yzapotecas.A partir de ahí controló una gran parte de América Central, dominando a las poblaciones de lengua maya, a los pipiles, los niquiranos y los pueblos de habla ngäbe de Veragua (Panamá). Desde Panamá se emprendió la conquista de la zona andina de América del Sur hasta la zona central de la actual Chile. Al mismo tiempo, en busca de la Sierra de la Plata y las tierras del Rey Blanco, se fundaron ciudades en el estuario del Plata y sobre las márgenes de los ríosParaná y Paraguay, siendo la más importante de ellas; Asunción.
Portugal se apropió de la mayor parte de la franja costera atlántica de la parte norte de América del Sur, que más tarde originaría el Estado de Brasil. Inglaterra estableció trece colonias en la franja costera atlántica norteamericana, además de en algunas islas caribeñas. Francia ocupó la actual Guayana Francesa en Sudamérica (aún bajo su dominio), Luisiana en el Golfo de México, algunas islas del Caribe, y la región canadiense de Quebec. Holanda estableció colonias en Norteamérica (Nueva Ámsterdam que luego sería Nueva York), norte de América del Sur (Guyana holandesa hoy Surinam) y algunos asentamientos en islas caribeñas (Antillas Neerlandesas y Aruba).



2.Las reducciones Jesuíticas.

La Reducciones del Paraguay fueron la obra de misioneros de la Compañía de Jesús llamados Jesuitas. Fueron fundados por San Ignacio de Loyola como Orden misionera en 1540. Su razón de predicar el evangelio era para "la mayor gloria de Dios y bien de las almas". En 1549, solo nueve años después de fundar la Orden, San Ignacio envió a Manuel de Nóbrega y seis compañeros a Brasil. Trabajando desde Sao Paulo, se adentraban en las junglas para evangelizar a los nativos.
En 1604 Roma constituyó la región del Paraguay como una "provincia" aparte para los jesuitas. Este territorio incluía los territorios actuales de Argentina, Chile, Bolivia, partes de Brasil y Paraguay. Una territorio aproximadamente del tamaño de Europa occidental.
Ya antes el trabajo evangelizador había comenzado gracias a los Franciscanos que llegaron al Paraguay con los fundadores de la Asunción, el 15 de agosto, de 1537. Ellos comenzaron a organizar a los indios en asentamientos. El franciscano Luis Bolaños redactó la primera gramática, el primer diccionario y un libro de oraciones en guaraní.
Los primeros Jesuitas vinieron del Brasil. Eran tres, un portugués, un irlandés y un catalán.
La indios de la región son los guaraníes, un pueblo primitivo de nómadas. Pero a pesar de ello, fueron muy receptivos al cristianismo.
Lamentablemente la obra misionera fue grandemente dificultada por los colonizadores europeos. Los Paulistas (llamados así por ser procedentes de Sao Paulo) capturaban miles de indios para venderlos como esclavos. Ellos destruyeron totalmente las primeras dos Reducciones del Paraguay. Por otra parte, los encomenderos, colonizadores encargados de las jornadas de trabajo, trataban a los indios como esclavos.
En 1537, el Papa Paulo III había condenado inequívocamente la esclavitud de los pueblos indígenas de América, y los reyes de España habían promulgado leyes humanitarias en su defensa. Pero la distancia era un gran obstáculo a su observancia. Esta situación desacreditaba la obra de los misioneros ante los indios. Es un problema que persiste hasta hoy día. Somos testigos de como se generaliza diciendo que todos los europeos vinieron para enriquecerse a costa de los indios. Se olvida, o no se quiere ver, la extraordinaria obra de amor que hicieron los misioneros a pesar de enormes adversidades. La cizaña también entonces crecía con el trigo. Existían diversas motivaciones para venir a América que se extienden por toda la gama desde el amor Cristiano hasta el amor al dinero.
Los Jesuitas comprendieron que para proteger a los indios había que hacer comunidades separadas de las zonas colonizadas por los europeos. Allí podrían vivir con libertad y dignidad, aunque tuviesen que pagar tasas a la Corona. Así llegaron a establecer y administrar 30 pueblos de la zona del río Paraná hasta su expulsión en 1768 por orden de Carlos III rey de España. Hoy día solo persisten ocho, de los demás quedan solo ruinas y recuerdos. Suele llamárseles "las ciudades perdidas del Paraguay".   Estas ruinas están en 3 países, Paraguay, Argentina y Brasil.
Existieron casi constantemente en estado de asedio, por un lado los Paulistas o bandeirantes portugueses y los colonizadores españoles que acechaban cazando esclavos, por otro, las costumbres nómadas de los indios que nunca habían vivido en ciudades.
Para defender a los indios, los jesuitas correctamente insistían que la obra misionera caía dentro de la competencia del Papa y no de los reyes de España. Los Jesuitas trataron de mantener a sus indios aislados de los colonizadores españoles por dos importantes motivos: proteger a los indios de ser esclavizados y aislarlos de la inmoralidad que era común entre tantos europeos.
Es sorprendente y sólo puede explicarse como obra de Dios que por 150 años, un grupo de sólo 50 a 60 sacerdotes gobernaron a más de 140,000 indios impartiéndoles el Evangelio, y lo mejor de la cultura europea. Lo hicieron sin obtener ventajas materiales. Hombres de una profunda vida espiritual sólidamente fundamentada en Cristo. Hombres llenos de amor a Cristo y a su pueblo, dispuestos y bien entrenados para sufrir lo necesario para "mayor gloria de Dios y el bien de las almas". Su espiritualidad se apoyaba en los "Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola" (que son una forma de meditar disciplinadamente el Evangelio para vivirlo profundamente) y en el "discernimiento de espíritus" (reglas para distinguir la inspiración del buen y del mal espíritu). Tenían además una formidable formación como sacerdotes católicos.
Rara vez algún indio abandonó las Reducciones mientras los Jesuitas las gobernaban, y nunca mataron a ningún jesuita. Los indios de las Reducciones nunca hicieron un intento importante de rebelión. Algo muy extraordinario entre las instituciones humanas.

 2.2 sistema de vida.


Las comunidades eran cristianas. El amor a Cristo, a la Iglesia, la moral cristiana era el ideal que se enseñaba.
Se basó en comunidades libres. Cada indio tenia su vida privada familiar y propiedades personales. También habían bienes comunes.
La planificación del los pueblos se centraba alrededor una gran plaza. Junto a esta , la Iglesia era la construcción mas importante. También junto a la plaza estaba la escuela donde se impartía la formación religiosa y humana.
Había una "casa de resguardo" para los huérfanos y viudas, talleres para tallar piedra y madera, fabricar instrumentos de todo tipo, incluso musicales, escuelas de pintura, huertas, ganadería y un cementerio, lugar sagrado para los indios.
El antropólogo ingles John Hemming, quien es muy hostil al cristianismo, reconoce que "Los jesuitas fueron los más decididos e inteligentes de las órdenes misioneras. Sus misiones en Paraguay constituyeron el intento mas exitoso de conversión y aculturación entre todos los indios sudamericanos." "ningún colonizador del siglo XVIII estaba dispuesto a soportar el tedio y las privaciones propias de la vida en los pueblos de los indios sólo para dar instrucciones sin interés alguno"
Muchos, aun entre los cristianos critican la obra misionera alegando que a los indios no se les debe influenciar en ningún modo. Se olvidan del mandato de Nuestro Señor de "predicar el Evangelio a todas las naciones y hacer discípulos de todas las gentes" (Mateo 28,18). Es cierto que no se debe confundir el Evangelio con todos los aspectos de la cultura occidental, pero eso no ocurrió en las Reducciones. Los Jesuitas quisieron proteger a los indios de los abusos de los europeos.
Ellos vinieron en nombre de Jesucristo a compartir el mayor tesoro: la fe en Jesucristo y al mismo tiempo darse ellos mismos por amor compartiendo cuanto sabían que podía ayudarles. Por ejemplo los Jesuitas de las Reducciones abolieron pena capital la cual se practicaba en aquella época en todos los países europeos (fueron la primera sociedad occidental en abolir la pena capital). Por otra parte prohibieron el canibalismo que se practicaba en América. Los Jesuitas servían de maestros y verdaderos padres, visitaban diariamente a los enfermos, compartían la dura labor corporal con los indios codo a codo.
Los Jesuitas respetaron la cultura guaraní al mismo tiempo la enriquecían con las cosas buenas de la cultura europea. En las Reducciones se enseñaba español pero se permitía hablar el guaraní lo cual no era permitido por la corona española.
El historiador Ernest J. Burrus responde a las críticas: "Al exigir que a todos los pueblos se les debería dejar solos, algunos antropólogos y etnólogos pasan por alto una obvia realidad: excepto para muy pocos y pequeños enclaves humanos, los pueblos, desde mucho antes de la historia conocida, han actuado sobre otros y han reaccionado a ellos. Al mismo tiempo que la humanidad se desarrolló, tal acción y reacción se extendió también mas y mas. Esto sucedió en cada región de la tierra. Mientras mas aprendemos sobre cualquier pueblo, mas encontramos que ha sido ‘influenciado’".

2.3. Finales de las Reducciones.

La orden del rey Carlos III para expulsar a los Jesuitas en el año 1768 obedece a diversos factores: Los poderes europeos no toleraban ningún tipo de expresión fuera de sus intereses colonialistas. La envidia y el afán de apoderarse de los indios y de los logros obtenidos.
Destruyeron la obra de Dios para asegurar el suministro de trabajadores indios esclavos para el estado y para los colonos.
Las Reducciones no se disolvieron inmediatamente. Reemplazaron a los jesuitas con nuevos directores seculares que no tenían los ideales de los jesuitas. Los mas afortunados entre los guaraníes retornaron a la selva o emigraron a Buenos Aires donde se sirvieron del entrenamiento como artesanos que habían aprendido en las Reducciones. Lo cierto es que hubo una rápida disminución de la población.
En cuanto a la planta física, las tropas del general brasileño Chagas y el dictador paraguayo Francia causaron graves daños a los edificios. El golpe de gracia vino por el sucesor de Francia, Carlos López cuando este abolió forzosamente y destruyó las comunidades para quedarse con sus tierras.
Pero las fuerzas del mal no tienen nunca la última palabra. La pasión lleva a la Resurrección. Las Reducciones sembraron las semillas de la fe en el corazón de los indios. No se puede calcular cuantos fueron bautizados por aquellos insignes sacerdotes ni cuantos posteriormente hasta el día de hoy son sus hijos espirituales. Hoy su ejemplo queda como un galardón de honor y de orgullo para todos los católicos.
Las regiones de las Reducciones hoy día se llaman "misiones" y para todos la obra de los Jesuitas es un gran orgullo.
Por mi parte puedo asegurar que mi visita al Paraguay, donde pude reflexionar ante las ruinas y celebrar misa en la capilla de los mártires Jesuitas ante el corazón de San Roque, fue un tiempo de gracia y renovar fuerzas para seguir adelante la obra evangelizadora "para gloria de Dios y para el bien de las almas".





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